La relación de sus habitantes con el mar y su experiencia en la navegación les llevó a dominar el comercio marítimo, siendo en el Siglo XIII cuando comenzará su importante influencia sobre el mundo y que alcanzaría la plenitud en pleno Siglo XV. Y ello, generó riqueza y atrajo arte infinito para siempre.

Frente a otras zonas de navegación, Sail&Grow elige La Laguna di Venezia, también conocida como Laguna Véneta, por la experiencia que vivimos al navegar entre sus islas y arribar a Venecia, atracar en sus puertos y, con ello, diferenciarnos de otras alternativas de masas.

Nuestros puertos base en Casale-Sul-Sile, cerca de Treviso, y Marina Santelena o la Dársena St. Giorgo, son el perfecto punto de partida para una inmersión en actividades únicas para crecer.

Guardián de la Historia y el Arte

Ayudados por su geografía, pantanosa y con barreras naturales, sus habitantes defendieron en su día su posición ante invasores y ataques muy diversos. Hoy en día, de igual modo, se defienden del turismo de masas para preservar la que es, sin duda alguna, una de las joyas de la humanidad.

El tráfico marítimo y el comercio dotó a Venecia de posibilidades dificilmente igualables por otras ciudades, durante varios siglos de nuestra historia. Un privilegio que defendieron un centenar de duques, desde el propio Palacio Ducal de la ciudad. Era el tiempo de la Serenísima República de Venecia.

Más allá de lo obvio – Plaza y Basílica de San Marcos, Palacio Ducal, Puente de los Suspiros, Puente de Rialto o el propio Gran Canal -, Venecia es belleza y arte en todos sus rincones; iglesias, plazas (campo y campiello), palacios o edificios públicos y privados que merece la pena visitar.

Cultura y vida en calles y canales

Tras visitar Venecia se tiene la sensación de que no has visto nada, pues es mucho lo que investigar y visitar. Quizás semanas de estancia para quedar satisfecho.

Sin embargo, una de sus esencias es la vida y el día a día que se respira en la ciudad. Si nos olvidamos de turistas, hoteles y trolleys rodando por las estrechas y escasas aceras, y nos centramos en sus habitantes y su actividad diaria, descubriremos una Venecia única. Basta con sentarse en un banco o en el velador de algún café estratégicamente situado y observar.

Oiremos su silencio entre el bullicioso turismo, como unos acuden a trabajar, otros distribuyen y entregan sus mercancías, ordenan la ciudad o prestan los servicios más básicos y que en cualquier otra ciudad nadie repararía sobre ellos.

Y es que en Venecia todo es distinto, porque todo lo fue y lo será.